Criar con respeto

El concepto de crianza respetuosa suele generar bastante confusión… Podríamos escuchar (o leer) por ahí que se trata de un paradigma de criar sin límites, de que los niños son los jefes de la casa, los tiranos que deciden qué se hace y qué no. Como contrapartida, también podríamos escuchar (o leer) por ahí que […]

El concepto de crianza respetuosa suele generar bastante confusión… Podríamos escuchar (o leer) por ahí que se trata de un paradigma de criar sin límites, de que los niños son los jefes de la casa, los tiranos que deciden qué se hace y qué no. Como contrapartida, también podríamos escuchar (o leer) por ahí que se trata de hacer dormir a los niños en la misma cama que sus padres, darle comida en trozos y dejarlos con los pies descalzos.

Y, en realidad, nada de esto es parte del concepto. No hay un número específico de ítems que seguir para brindar una crianza respetuosa a nuestros niños y niñas.

Partimos de la realidad de que existen tantos modelos de crianzas como familias; es algo muy íntimo que construye cada núcleo, de acuerdo a sus experiencias, su visión y sus posibilidades.

La crianza respetuosa es eso. Criar con respeto. Situando al niño como persona. “Persona completa, única e irrepetible, a quién acompañar en sus amores, descubrimientos y sinsabores. Persona a la cual no le haremos lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros.”[1]

La crianza respetuosa nos interpela a situarnos en un rol de adultos falibles. En reconocernos “no perfectos” … aceptar nuestros miedos, nuestras vivencias… transitar nuestras emociones, reconocerlas y darles cauce.

“Validar lo que nos pasa es fundamental. La crianza respetuosa busca ser respetuosa de todas las personas que forman ese vínculo, tanto bebés como adultos.”[2]

Creo que más que conceptos, se trata de hacerse preguntas y ver qué respuestas nos surgen como familia…

Un trabajo muy constructivo es el de agacharnos y mirar las situaciones con ojos de niño, buscando la empatía, para poder reconocer los sentires que se tienen desde ahí, ante un mundo plagado de estímulos para explorar. Y luego, volver al adulto que somos, y revisar qué nos genera esto… Y buscar un punto de encuentro, conciliador y respetuoso con todas las partes.

Esto es una propuesta, un ejercicio de autoconocimiento y empatía. Y, como todo ejercicio, requiere mucho entrenamiento, lucidez y paciencia (¡paciencia, sobre todo con nosotros mismos!).

Seguramente, hay días que reina la armonía; y otros, ¡que no nos salió ni un poquito! Y eso, también está bien, y también, enseña algo muy importante a nuestros hijos e hijas: la oportunidad de fallar, de reconocer errores, de abrazar y volver a intentar… siempre buscando el camino del valor, el amor y el respeto mutuo.


[1] Sabrina Critzmann. Hoy no es siempre. Guía pediátrica para una crianza respetuosa. 2019.

[2] Idem anterior.

Últimas de nuestro Instagram: